Por Felipe Ledezma
En los últimos años, América Latina se ha convertido en un campo de batalla clave para la influencia geopolítica, en particular entre Estados Unidos y China. La noticia de que la empresa china de vehículos eléctricos BYD está instalando una planta en Brasil en el terreno que antes ocupaba Ford es un recordatorio simbólico de esta competencia. La salida de Ford de Brasil en 2021 y la decisión de BYD de llenar el vacío con una importante inversión ponen de relieve cómo los cambios en la estrategia corporativa y la política exterior de Estados Unidos podrían beneficiar a China. Esta dinámica se intensificará con el posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, que traerá consigo políticas que amenazan con desestabilizar las relaciones con los países latinoamericanos. Si se implementan, estas políticas podrían crear una oportunidad propicia para que China amplíe su influencia en la región.
La disrupción prometida por Trump en América Latina
La retórica y las políticas pasadas de Trump indican una postura agresiva continua hacia América Latina, centrada en cuestiones como los aranceles comerciales, la deportación masiva de migrantes y un enfoque general de "Estados Unidos primero". Estas acciones podrían potencialmente perturbar la estabilidad de la región y fomentar el resentimiento hacia Estados Unidos. Por ejemplo, la amenaza de Trump de deportar a millones de migrantes de Estados Unidos a países latinoamericanos crearía presiones económicas y sociales significativas, que podrían conducir a la inestabilidad en países que ya enfrentan desafíos políticos y económicos. Además, la imposición de aranceles comerciales severos podría deteriorar aún más las relaciones con los aliados de Estados Unidos en la región, en particular si las naciones latinoamericanas sienten que su crecimiento económico está siendo sofocado por políticas proteccionistas.
Al mismo tiempo, la política exterior de Trump socava la influencia de las corporaciones estadounidenses en la región. El éxodo de empresas estadounidenses como Ford, que abandonó Brasil después de más de un siglo de operaciones, crea un vacío que China está ansiosa por llenar. A medida que las empresas estadounidenses se retiran de mercados como el brasileño, China interviene, ofreciendo inversiones, desarrollo de infraestructura y nuevas asociaciones comerciales. Esta tendencia se ha observado en varios países latinoamericanos, donde China se ha convertido cada vez más en el principal socio comercial de la región, superando a Estados Unidos en términos de volumen comercial total.
El creciente papel de China en América Latina
La creciente influencia de China en América Latina se debe en parte a su enfoque no intervencionista y a su disposición a realizar inversiones sin imponer condiciones políticas, algo que contrasta con las políticas estadounidenses, que a menudo vienen acompañadas de demandas de reformas democráticas, garantías de derechos humanos o alineamiento en cuestiones de política exterior. Este enfoque no condicional hace de China un socio atractivo para muchos países latinoamericanos, en particular aquellos bajo gobiernos de izquierda, que pueden estar menos inclinados a alinearse con las políticas estadounidenses. Como menciona la noticia, con cuatro de las cinco economías más grandes de la región actualmente lideradas por gobiernos de izquierda, la tentación de estas naciones de alinearse con China, en lugar de con Estados Unidos, se vuelve más pronunciada.
Además, la influencia económica de China le ha permitido ofrecer alternativas a la influencia estadounidense en la región. La Iniciativa del Cinturón y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) y otras alianzas comerciales permiten a China realizar inversiones masivas en infraestructura, energía, tecnología y más. Por ejemplo, la inversión de BYD en Brasil representa solo una faceta de la creciente presencia de China, ya que las empresas chinas siguen construyendo puertos, carreteras y ferrocarriles en América Latina, a menudo a cambio de acceso a materias primas como litio, cobre y petróleo. Estos proyectos de infraestructura profundizan aún más la integración económica de la región con China, lo que hace más difícil para Estados Unidos mantener su dominio tradicional en la zona.
Las políticas de Trump y el cambio de postura de América Latina hacia China
Si Trump volviera a la Casa Blanca, los países latinoamericanos podrían ver cada vez más a China como una alternativa viable a la participación de Estados Unidos. La región ya ha experimentado un cambio de postura hacia China en los últimos años, con líderes como el argentino Javier Milei mostrando apertura a lazos más fuertes con Beijing. Milei, que inicialmente tenía una visión favorable de Estados Unidos, ahora ha descrito a China como un “socio comercial muy interesante” debido a su disposición a participar sin condiciones políticas. Su cambio de postura hacia China subraya la tendencia regional más amplia, ya que los países buscan socios económicos que ofrezcan relaciones comerciales estables y beneficiosas sin el bagaje político que a menudo conlleva la participación de Estados Unidos.
Por ejemplo, bajo la administración Trump, las sanciones, los aranceles y las guerras comerciales de Estados Unidos con China tuvieron efectos globales, y América Latina sintió estos impactos, particularmente en los países que dependían en gran medida de las exportaciones a China. En cambio, el apetito de China por los productos latinoamericanos (desde productos agrícolas hasta minerales y energía) ha mantenido sólidas sus relaciones comerciales con la región. El hecho de que China no exija cambios de política o el mismo nivel de alineamiento ideológico que Estados Unidos hace que su asociación sea especialmente atractiva para los países cuyos gobiernos priorizan el crecimiento económico por sobre el cumplimiento político.
Además, la posible medida de Trump de implementar aranceles o restricciones comerciales podría conducir a una mayor diversificación comercial de los países latinoamericanos. Si los mercados estadounidenses se vuelven más hostiles o menos accesibles, muchos países de la región podrían inclinarse más hacia el mercado chino, que no está sujeto a las mismas medidas punitivas.
Cómo podría sacar provecho China de la retirada estadounidense
La participación estratégica de China en América Latina se basa cada vez más en llenar los vacíos que deja el repliegue estadounidense. Si Trump sigue adelante con políticas como imponer aranceles a sectores clave o deportar migrantes en masa, esto podría conducir a la inestabilidad económica en varios países latinoamericanos. Esto, a su vez, impulsaría a los gobiernos a buscar nuevos socios económicos. China ha demostrado su capacidad para intervenir rápidamente, ofreciendo capital, tecnología e infraestructura a cambio de acceso a materias primas y rutas comerciales estratégicas.
Como lo ilustra la inversión de BYD en Brasil, la capacidad de China para adaptarse y llenar los vacíos dejados por las empresas estadounidenses es una clara señal de su creciente presencia. La empresa china está invirtiendo en un centro automotriz donde antes operaba Ford, aprovechando la oportunidad que presenta la salida de Ford. Esto es emblemático de la tendencia más amplia según la cual las empresas chinas están buscando activamente reemplazar las inversiones estadounidenses y captar participación de mercado en una variedad de industrias, desde manufactura y energía hasta telecomunicaciones y tecnología.
La creciente influencia de China también podría conducir a un mayor poder político y diplomático en la región. A medida que los países profundicen sus vínculos económicos con China, Beijing ganará influencia para influir en las políticas en América Latina, lo que podría alentar a estas naciones a alinearse con China en cuestiones globales o reducir su dependencia de los EE. UU. en foros multilaterales como las Naciones Unidas o la Organización Mundial del Comercio.
Conclusión: una ganancia inesperada potencial para China
En conclusión, si Trump implementa sus prometidas políticas disruptivas en América Latina, China se beneficiará significativamente. Las consecuencias económicas y políticas de una estrategia estadounidense más aislacionista podrían empujar a los países latinoamericanos aún más hacia la órbita de China. La postura no intervencionista de China, junto con su creciente influencia económica, la convierten en un socio muy atractivo para los países de la región, especialmente en la medida en que buscan estabilidad y crecimiento frente a la incertidumbre estadounidense.
La expansión de las inversiones chinas, como se vio con empresas como BYD en Brasil, es solo un ejemplo de cómo China podría beneficiarse de un vacío creado por la retirada estadounidense. Mientras las naciones latinoamericanas buscan nuevas oportunidades económicas y diversifican sus relaciones comerciales, China está bien posicionada para capitalizar la retirada estadounidense, reforzando su posición como socio comercial dominante y aliado estratégico de la región.
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