Por Lic. Manolo Pasero
Empecemos por algo muy básico: ¿De dónde creen que es originario el cannabis?
Crece como si fuera endémica de nuestro país, pero no es mexicana. Los primeros datos que tenemos de esta planta y sus usos son de hace 12,000 años en Mongolia. A las Américas llegó con Cristóbal Colón y a México fue introducida por Hernán Cortés para levantar la economía de la destruida Tenochtitlán.
Queda claro que el caso no es nuevo, no venimos a inventar el hilo negro, pero sí a darle continuación y el debido enfoque a esta conversación fracturada acerca de un producto que de manera legal podría representarle a México, al menos 5 mil millones de dólares anuales según la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis (AniCann). Quiero exponer la documentación avalada por médicos, religiosos y miembros de la realeza de la post conquista que celebra a esta planta como una herramienta poderosísima para curar males, desarrollar textiles y fortalecer aquella economía de la Nueva España. Mismos que en mi facultad como abogado me permiten presentarla con una validez legal como pruebas para quienes estamos buscando cambiar las políticas prohibicionistas en nuestro país y adaptarlas para su uso medicinal. Porque papelitos hablan, los antecedentes importan y la necesidad social sopesa una reforma constitucional.
A principio de este año, la Segunda Sala de la Suprema Corte de la Nación compartió que la Cofepris había vulnerado los derechos de un niño con síndrome de West al incumplir su deber de emitir las disposiciones sobre el uso terapéutico del cannabis. Se le dio 180 días para hacer la tarea, y si nos permiten facilitarles el camino, las respuestas las tiene la historia.
Como ya lo mencioné, el cannabis se introdujo a México con fines industriales. En ese tiempo, Carlos V obligó a nuestros indígenas a hilar y a tejer cáñamo. Como teníamos la tradición del peyote, del hongo, de la salvia, del toloache para fines espirituales y la herbolaria para fines medicinales, experimentar con una planta era el curso natural. Lo que llevó al virrey Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón a limitar su uso porque “los indígenas empezaron a emplearla para algo más que la creación de cuerdas”. Durante la época, también se vivía la Santa Inquisición en México y se condenó cualquier tipo de ritual indígena relacionada con sus religiones.
Encontramos documentos de siglos más tarde que demuestran la práctica medicinal en México. Uno de estos está firmado por el jesuita Juan Esteyneffer en su trabajo Florilegio medicinal de todas las enfermedades de 1712, en el que hace referencia a varias costumbres como el uso de las semillas de cáñamo en horchata para curar la gonorrea. Años más tarde, el cartógrafo, botánico y sobrino de Sor
Juana Inés de la Cruz, José Antonio Alzate y Ramírez, lo declaró competente contra el dolor muscular y de muelas. Y hacia finales de siglo, se publicó Instrucciones para Sembrar, Cultivar y beneficiar el lino y cáñamo en Nueva España, lo que indica que todo estaba listo para catapultarnos en la investigación de los efectos medicinales de la planta. El primer indicio de control formal de las drogas fue en 1831 cuando un grupo de médicos y farmacéuticos crearon la Facultad Médica del Distrito Federal, que diez años más tarde se convertiría en el Consejo de Salubridad del Departamento de México. Durante este tiempo aparecieron tanto el reglamento de Policía de 1838 y las ordenanzas de la junta departamental de 1840, disposiciones que por primera vez vigilaban las venta de drogas y medicinas. A mediados del siglo XIX, el Dr. Crescencio García escribe Fragmentos para la materia médica mexicana, en el que afirma:
El Barón de Humboldt dijo con razón: ‘México con sus producciones puede mantener el resto del globo’…no hay droga alguna que deje de crearse bajo nuestro cielo … todas las especies se producen puntualmente y muchas equivalentes de igual o tal vez de mayor eficacia. No resta más que el que quieran los facultativos mexicanos usarlas con discernimiento, para que pueda México gloriarse de tener su materia médica propia, compuesta solo de remedios de virtud indisputable.
En sus estudios sobre la marihuana afirmó que los médicos europeos, sobre todo los ingleses y los árabes, lo recomendaban contra la epilepsia, tétanos y convulsiones de los niños, danza de San Vito, hidrofobia, deliro tremens, enajenación mental y reumatismo articular. Las conclusiones lo llevan a enlistar una serie de recetas pociones, pomadas y jarabes. En este texto de 1856 el médico se lamenta de cuántos descubrimientos terapéuticos se desaprovecharon hasta el momento y teorizó que probablemente si se hubiera continuado la investigación, nuestro cuerpo médico no tendría rival desarrollando productos insuperables aptos para la exportación. Mientras tanto, en Inglaterra, la reina Victoria curaba sus dolores menstruales con marihuana. En 1871, expone el investigador histórico José Domigo Schievenini en “La prohibición de la marihuana en México, 1920-1940, que en el Código Penal de 1871, conocido como el Código de Martínez de Castro, se introduce por primera vez el concepto “Delitos contra la salud pública” y se prohíbe elaborar sin autorización sustancias nocivas a la salud. También asegura que la importancia de este reglamento es que aparecieron las primeras normas y sus respectivas penas destinadas al control de sustancias. No se hablaba todavía de drogas, adicciones o toxicomanías, sino de alimentos, bebidas o medicinas con deficiencias en su elaboración. Pero sí resonó con médicos que asumieron la persecución de uso de sustancias, por lo que se limitaron a exhibir creencias heredadas por la curandería de décadas y siglos pasados. En el libro de Ricardo Pérez Montfort, Tolerancia y prohibición: Aproximaciones a la historia social y cultural de las drogas en México, 1840-1940 se señala que en 1878 se aprobó un reglamento sobre boticas y droguerías en la Ciudad de México, en donde se sancionaba a quien vendiera, lo que entonces se conocía, como medicamentos peligrosos y que incluían los siguientes ingredientes: arsénico, beleño, belladona, cicuta, cloroformo, cloruro mercúrico, cuernecillo de centeno, digital, estramonio, fósforo, marihuana, nitrato ácido de mercurio, opio y zoapatli. Este lineamiento tuvo críticas porque, como comentó José Domingo Schievenini en su investigación: impedía la libre actividad productiva de los mexicanos, particularmente porque contravenía lo prescrito por el artículo 4to. Constitucional que establecía que una resolución del gobierno no podría impedir a un hombre dedicarse a una profesión, industria o trabajo salvo en los casos en los que se dictaran los términos necesario, y en este caso no se habían explicado dichos términos, por lo cual los presuntos infractores podían recurrir fácilmente al recurso de amparo provocando la inoperancia del reglamento.
Fue entonces cuando el Consejo Superior de Salubridad elaboró otro proyecto que enlista productos que debían someterse a la venta restringida, entre ellos, la marihuana. Mismo que se presentó ante el Congreso de la Unión y fue negado por el Despacho de Gobernación. Es interesante ver cómo la conversación se ve dividida de la misma manera que se ve hoy. Entre las revisiones se puede encontrar el Código de Salubridad de 1892 que reconocía el uso medicinal de la marihuana y sus derivados, permitiendo la venta de 0.3 gramos de canabinona a un individuo cada 24 horas, 2 gramos de haschich en una sola venta cada 24 horas y tanato de canabina en cantidades no superiores a .5 gramos. Hasta el momento, no eran motivo de castigo, solo de regular su consumo. Es importante mencionar que en 1908 existió una reforma del artículo 72 de la Constitución de 1857 que facultó al Congreso de la Unión de dictaminar leyes sobre salubridad general en el país. Bajo este esquema, México asiste a convenciones internacionales para controlar la venta de drogas. Puntualmente hablamos la de la Haya en 1912, porque es la que tiene un efecto determinante en el futuro del consumo de la marihuana. En dicho evento, Estados Unidos de América buscaba prohibir la cannabis indica. Mientras que otras naciones estaban en desacuerdo, México avaló esta propuesta y registró su apoyo en el Diario Oficial de la Federación en 1927. En el Código Penal de 1929 se empieza formalmente a restringir el uso de drogas. Especificaba que el uso de drogas era un delito contra la salud y señalaba que “los ebrios habituales y los toxicómanos serán recluidos en un hospital o departamento especial del manicomio, donde permanecerán hasta que estén completamente curados o corregidos a juicio del facultativo del establecimiento y del Consejo Superior de defensa y prevención social”. Dentro de las especificaciones se anotaba el uso de “drogas enervantes” a las que categorizaron como: plantas prohibidas, sustancias exclusivamente preparadas para un vicio, productos químicos que pueden causar grandes estragos y substancias nocivas para la salud. La marihuana entraba en cuatro de las cinco divisiones. Desde entonces y para los años del gobierno de Lázaro Cárdenas, al usuario de drogas se le calificaba como “enfermo”, pero fue bajo este último que cambia el enfoque de la conversación de aprisionarlos a protegerlos y a rehabilitarlos por medio del Estado.
A la par, en 1937, Estados Unidos emite la Ley de Impuesto contra la marihuana en el que invitó a México y a Canadá a alinearse para restringir usos industriales y su cultivo para “terminar definitivamente con esta amenaza”. México accedió y concluyó que se haría “para no dar pretexto alguno para que se haga mal uso de esta droga, pues en el país… hay [un gran número de viciosos] sobre todo entre los indígenas aficionados al cannabis indica”, además de resolver que no existía uso industrial. Imagínense esto: México elimina la penalización de las drogas, los médicos pueden recetar narcóticos a los adictos, la nación protege al comprador de pequeñas cantidades de drogas y libera a narcodelincuentes. ¿Qué si les digo que ya existió? Aquél fue el México de Lázaro Cárdenas, que por cinco meses se consideró un paraíso para el petróleo verde. El que se propuso a combatir la adicción a las drogas y el narcotráfico. En el Reglamento Federal de Toxicomanía de 1940 declaró:
Que la práctica ha demostrado que la denuncia solo se contrae a un pequeño número de viciosos y a los traficantes en corta escala, quienes por carecer de suficientes recursos no logran asegurar su impunidad. Que la persecución de los viciosos que se hace conforme al reglamento de 1931 es contraria al concepto de justicia que actualmente priva, toda vez que debe conceptuarse al vicioso más como enfermo a quien hay que atender y curar, que como verdadero delincuente que debe sufrir una pena. Que el único resultado obtenido con la aplicación del referido reglamento de 1931, ha sido la del encarecimiento excesivo de las drogas y hacer que por esa circunstancia no se obtengan grandes provechos los traficantes.
En este se puede verificar que le da control al cuerpo médico para atender cada solicitud y recetar dosis superiores a las que se permiten en las farmacias. Pero antes de que terminara el año, el gobierno declaró que la escasez de cocaína y morfina que había provocado la Segunda Guerra Mundial impedía que el plan continuara… incluyendo la distribución del cannabis. Además estas declaraciones estaban debilitando los acuerdos diplomáticos entre México y Estados Unidos por lo que el país vecino arremetió con algunas amenazas que obligaron a cambiar la legislación. Esto arrasó con el trabajo que el doctor Leopoldo Salazar Viniegra, psiquiatra y neurólogo, venía comprobando con su documento “El mito de la marihuana”.
En este, tachó a la sociedad de exagerada y de manejar erróneamente la información. A la par condujo un estudio durante siete años con el que concluyó que, sin importar clase social, educación, edad, el único efecto de fumarte un churro era: “secar los labios, enrojecer los ojos y producir una sensación de hambre”. Es todo. También argumentó que la prohibición despertó al monstruo del mercado negro y señaló que detener a los narcotraficantes era casi imposible…lo que sigue siendo imposible. Termina su estudio dictaminando que “la cuestión de la marihuana no merece la importancia de problema social ni humano, el estudio científico de ella presentara en cambio, siempre interés para quien, libre de prejuicios, la someta a sus disciplinas”.
¿Pueden imaginarse la cantidad de sangre derramada que pudimos haber ahorrado si hubiéramos seguido sus pasos?
“Los mejores placeres suelen ser verdes”, publicó el escritor Juan Pablo García Vallejo en el Manifesto Pacheco de 1985, solo un año después de que se creara la legislación de las drogas establecida en la Ley General de Salud junto con el Código Penal Federal Mexicano. En este se establece que se prohíbe “la siembra, cultivo, cosecha, elaboración, preparación, acondicionamiento, adquisición, posesión, comercio, transporte en cualquier forma, prescripción médica, suministro, empleo, uso, consumo y, en general, todo acto relacionado con estupefacientes o con cualquier producto que los contenga”. En 1994 el Código Penal aumentó el castigo para los casos de producción, transporte, tráfico, comercio y suministro a un mínimo de 10 y un máximo de 25 años. La idea no es regular para limitar, sino regular para incentivar.
Para engrandecer el Hecho en México. Para darle una respuesta a nuestros médicos, para continuar de resolver dudas en cuanto a su uso, para capacitar al cuerpo hospitalario, para suavizar el dolor físico del paciente. En el México contemporáneo se han visto una danza legal que nos ha empujado sin tener muy claro lo que nos depara. Como mexicanos tenemos una relación de más de 500 años con esta planta curativa, pero al enfocarnos en su efecto psicotrópico hemos satanizado y, por ende, truncado la investigación y las posibles reformas legales de un recurso que puede ser mucho más bondadoso que sus contraindicaciones por lo que hay que darle un poco de contexto a esta conversación y que en materia legal nos ayuda a definir los reglamentos.
No es igual hablar de THC, CBD, THCA, CBDA, no es lo mismo hablar de Cannabis Sativa y Cannabis Indica, cada especie se cultiva por propósitos diferentes y cada cannabinoide funciona para algo. Para poder regular desde el giro de salud pública, no podemos seguir hablando de una planta, una especie, un efecto. Hay que entender como sociedad lo que es la planta del cannabis y cómo participa con el sistema cannabinoide que se encuentra en nuestro sistema nervioso central.
2009 fue un buen año, se despenalizó la posesión de pequeñas cantidades de cannabis y otras sustancias, pero deja fuera muchísimas oportunidades comerciales y de investigación, necesarias para la producción de cannabis medicinal. Se revisitó en 2015 y aumentó la cantidad a 5 gramos, cualquier peso adicional, y adiós a ciertos privilegios. El próximo año se le autorizó a dos pacientes con epilepsia la importación de aceite de cannabidiol para su consumo. La decisión se basó en la libertad de los ciudadanos de decidir sobre su cuerpo y, de acuerdo con la ministra Olga Sánchez Cordero, la prohibición absoluta es una “medida desproporcionada en virtud de que genera una protección mínima a la salud y al orden público frente a la intensa intervención del derecho a las personas para decidir qué actividades lúdicas desean realizar”.
En 2017, el trabajo del doctor Saúl Garza Morales, neuropediatra y coordinador de la Unidad de Neurodesarrollo del Hospital Español de la Ciudad de México, realizó el primer estudio clínico en el país que se concentra en los beneficios del cannabidiol en pacientes que padecen el síndrome de Lennox-Gastaut. Demostró que el 84% de los pacientes disminuyeron significativamente las crisis epilépticas y un 16% logró el control completo de todas sus crisis durante cuatro meses seguidos. En 2018, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios dio a conocer los lineamientos en materia de control sanitario de la cannabis y sus derivados, que incluía una regulación para fines médicos y científicos. Pero para marzo de 2019, se revocaron esos lineamientos hasta que a mediados de este año, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó a la Secretaría de Salud reglamentar la marihuana medicinal. Este mes, se presentó una iniciativa de ley para fundar una empresa estatal a la que llamaríamos Cannsalud, que ejercería el monopolio del comercio en el país y un impuesto especial del 12% que se destinará a programas sociales. Se le conoce como el “nuevo oro verde” pues no solo tiene la posibilidad de ayudar a la medicina, sino que debemos pensarla como material renovable, que tarda solo 20 semanas en nacer versus los 20 años que tardan los árboles. Lo que también abre la conversación para regular el campo para que puedan incurrir con una perspectiva de justicia social y privilegiar a ejidos. Estamos en un momento crucial y decisivo para la medicina. Olvídense si queda en manos del gobierno o de la iniciativa privada, o de quien quede, a final de cuenta quedará la ley y su reglamentación así como la normatividad aleatoria derivada de dichos ordenamientos. Lo que nos queda es entender cuáles son los términos y condiciones, allanar el camino con información valiosa que comparte las bondades medicinales del cannabis y permite la regulación correcta de lo que conlleva el cannabis. Acuérdense de otra industria muy importante en México que es el campo, que dentro del marco jurídico existente del campo existen las posibilidades para que los campesinos se beneficien nuevamente del oro verde. Para esta causa, Sara Znapp, cofundadora del Instituto RIA, asociación que genera investigación y soluciones para abogar por políticas públicas como la del cannabis, ha comentado que sugiere que la legalización priorice a los productores nacionales que contemple tres vías de acceso a la planta: el auttocultivo, el cultivo de asociados y un mercado regulado. Además ha hecho notar que tiene ciertas figuras jurídicas del sector social de cómo se puede privilegiar a ejidos, propiedades comunales y pequeños propietarios. Hoy por hoy, las condiciones son estas: Despenalización en manera penal Ley General de Salud Amparo México está a punto de coronar al cannabis como el nuevo regente de la economía, de la medicina y de la revolución ecológica que necesita existir. Y es que si después de cinco siglos no podemos ponernos de acuerdo que nuestros antepasados lo utilizaron para salvar la economía dejemos que la historia en México hable y la defienda como lo hizo José Antonio Alzate y Ramírez: “son malos por prohibidos, no prohibidos por malos”. Esta semana señaló nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador:
No descartamos (la regulación de mariguana), y vamos a hacer todo lo que convenga. Una ventaja que tenemos es que somos libres, no estamos subordinados, atados, sometidos a ningún grupo de interés creado, nuestro amo es el pueblo. Y tenemos que cuidar, como aquí se ha dicho, la salud del pueblo, y tenemos que cuidar la salud de los jóvenes y vamos a ir avanzando.
Estimado señor presidente, es evidente que es lo que estamos haciendo en este foro de CannabisSalud, la respuesta a nuestro querido pueblo está documentado en la historia que defiende las propiedades medicinales del cannabis, que comprueba que es un instrumento para la mejora la condición de vida de una nación y una solución para el medio ambiente. La historia reconoce al cannabis como una oportunidad económica que solventó el estado económico de la Tenochtitlán. Desde una perspectiva medicinal, desde una postura económica, la legalización en sus distintas industrias puede ayudar a sacar a México de una recesión. Hay que ver la economía verde de Canadá, de California, de Colorado para inspirar ese cambio. Se dijo que se iba a resolver en septiembre, se dijo que se resolvería hoy, pero solo tenemos respuestas que nos dan largas y que crean un México dividido. Dividido entre quienes actúan desde el miedo, la ignorancia y se resisten al cambio y los que buscamos innovar y sacar adelante al país cuya bandera tiene tintes de verde que representa la esperanza de una nación. Miren, mi despacho está en Tijuana, vivo en ese pedazo de tierra que es parte mexicana y parte californiana. Con esto explicamos cómo nos movemos, cómo nos comportamos y qué es esencial en nuestros usos y costumbres. El turismo médico es una constante, somos bilingües y somos binacionales. Aquí inicia la patria y también se ha iniciado la conversación de la marihuana legal por su cercanía a la frontera. Hemos visto de primera mano el movimiento en California de la legalización del cannabis y estuvimos ahí en 1996 cuando se constituyó el uso del cannabis medicinal. El estado dorado es pionero en la era moderna y hemos visto su desarrollo. California tiene el mercado legal más grande del mundo con ventas de productos de cannabis que alcanzan los 3.1 billones de dólares. Vamos a estar bien, pero tenemos que seguir empujando.
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